domingo, 28 de febrero de 2010

Los siete saberes necesarios para la educación del futuro



La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en el marco del proyecto transdisciplinario “Educación para un futuro sostenible”, solicitó en 1999, a un paso de ingresar al nuevo milenio, al filósofo francés Edgar Morín que expresara sus ideas de la educación, en el contexto de su visión del pensamiento complejo, exponiendo problemas centrales o fundamentales que permanecen ignorados u olvidados y cuyo abordaje es necesario.

El resultado es la creación de siete principios clave que Morín estima necesarios para la educación del futuro y los expone con la intención de que sus ideas puedan suscitar un debate que contribuya a ayudar a los educadores y a las autoridades educativas a aclarar su propio pensamiento sobre este problema vital para actuar en consecuencia.

Los siete saberes que Edgar Morín nos propone son:
I. Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
II. Los principios de un conocimiento pertinente
III. Enseñar la condición humana
IV. Enseñar la identidad terrenal
V. Enfrentar las incertidumbres
VI. Enseñar la comprensión
VII. La ética del género humano

Te invito a leer y analizar el texto Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, incluido en el espacio de lecturas complementarias de la antología de nuestro taller, a seleccionar uno de los siete saberes, responder la pregunta planteada intentando hacerlo en un máximo de 15 líneas y a redactar posteriormente un comentario para alguno de tus compañeros.

La interrogante es ¿Cuál es una de las posibilidades concretas que identifico para aplicar en el aula el saber que he seleccionado?

domingo, 21 de febrero de 2010


Buenas noches, compañeros del taller de Práctica Docente perteneciente al Diplomado en Enseñanza Superior.

En nuestra primera sesión presencial de ayer sábado 20 de febrero de 2010, analizamos las dimensiones de la práctica docente: personal, interpersonal, social, institucional, didáctica y valoral; así como algunas tipologías de los profesores en función del modelo didáctico con el cual se identifican, a saber:

1. Profesor de siempre: modelo transmisor-receptor
2. Profesor técnico: modelo tecnológico-cientificista
3. Profesor artesano: modelo artesano-humanista
4. Profesor descubridor: modelo descubrimiento-investigativo
5. Profesor constructor: modelo constructivista-reflexivo

Este análisis nos llevó a considerar la necesidad de incluir un sexto modelo: el enfoque por competencias y por ende al profesor competente.

El momento es propicio, entonces, para invitarlos a acercarnos a las Diez nuevas competencias para enseñar que nos propone Philippe Perrenoud y que son:

1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje
2. Gestionar la progresión de los aprendizajes
3. Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación
4. Implicar a los alumnos en su aprendizaje y en su trabajo
5. Trabajar en equipo
6. Participar en la gestión de la escuela
7. Informar e implicar a los padres
8. Utilizar las nuevas tecnologías
9. Afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión
10. Organizar la propia formación continua

Para ello, les sugiero consultar las siguientes páginas de Internet:

http://revistas.um.es/educatio/article/viewFile/127/111

http://books.google.com.mx/books?q=perrenoud&oq=perre


Considero que una formación basada en competencias debe ser el marco común, necesario, suficiente y pertinente, en el ámbito del aprendizaje y de la actuación individual y social, que guíe a los protagonistas del hecho educativo: docentes, alumnos y autoridades, incluyendo a los padres de familia; hacia el logro de una vida mejor sustentada en la colaboración y relación armónica con los seres humanos y el medio ambiente.

Una formación basada en competencias sirve para formar crítica y reflexivamente a personas que se movilizan en distintos saberes, apuntando su dominio hacia una autonomía creciente de los estudiantes tanto en el aprendizaje, como en su actuar profesional, personal y social a lo largo de la vida; reforzando su capacidad para asumir responsablemente el rol que les corresponde desempeñar en la sociedad; respetando la diversidad de creencias, valores, prácticas culturales, etc., contribuyendo al desarrollo sustentable y privilegiando el trabajo colaborativo.

Este enfoque aporta la posibilidad de que el estudiante se forme realmente como un ser humano integral, se prepare para ejercer un modo honesto de vida, dejando de lado la competitividad entendida como revanchismo, oposición o rivalidad con los demás, dando paso a la convivencia armónica con los otros; articulando saberes a los que les encuentra sentido y aplicabilidad; asumiendo su realidad desde la perspectiva de la complejidad y no desde posturas simplistas, reduccionistas, fragmentadas, o de sentido común; aprendiendo a reconocerse como una persona que piensa y actúa pero que también tiene permiso de sentir, de reflejar en lo que hace sus creencias, sus prácticas culturales, sus emociones, sin el temor de sentirse criticado, enjuiciado, señalado, excluido; asumiendo responsablemente el respeto absoluto a la diversidad y a su entorno ambiental, para lograr la conservación y el equilibrio de este mundo en el que le ha correspondido vivir.

Por lo anteriormente expuesto, la interrogante que planteo es:
Para ti ¿Qué significa ser docente competente?